domingo, 23 de noviembre de 2008

Fecha para recordar: LA BATALLA DE TARAPACÁ, ¿celebración o tragedia?

Lo que sigue es un archivo enviado al correo de este blog para su publicación y de autoría desconocida, pero son colegas del ix sector


BATALLA DE TARAPACÁ (27 de noviembre de 1879)


¿TRIUNFO O DERROTA?

Es muy importante que prestemos atención a lecciones que nos deja la guerra que nos enfrentó a los chilenos. Si pasó lo que pasó, si sufrimos las ya conocidas derrotas, fue porque en su momento (al menos unos diez años antes de la invasión chilena) los gobernantes del Perú (por ignorancia o por corrupción) no tenían claro que Chile era país enemigo.


Sólo unos pocos entendían esta realidad y clamaban por la necesidad de prepararse para la guerra, pero más pudo la influencia de traidores prochilenos como Mariano Ignacio Prado y Nicolás de Piérola que en cada momento dejaron de hacer o hicieron justo lo necesario y conveniente a los intereses chilenos. Por eso, a la luz de la historia y de los hechos actuales, es necesario saber si quienes dirigen los destinos del Perú y quienes están encargados de su defensa son patriotas verdaderos o son peruanos al servicio de Chile, país enemigo del Perú (Pero, haciendo hincapié que el enemigo no es el pueblo chileno o por lo menos no todos, sino la clase dirigente que gobierna Chile)


Nuestro trauma psicológico con los chilenos ha sido bien planeado por los gobiernos de turno. A mi generación, por ejemplo, se nos enseñó que los chilenos eran unos hijos de puta, ambiciosos y militaristas. Que se quedaron con Tarapacá, con Arica y por poco se quedan con Tacna. En mi niñez oía frecuentemente la expresión "ay mamita con los chilenos"; y ya había pasado muchas décadas de la invasión.


Nuestra derrota prácticamente se la achacamos a la ambición chilena y en menor tono a nuestros aliados bolivianos que se metieron en sus cerros y nos dejaron solos. Casi ni se menciona lo más importante, la única causa de todo el desastre: la irresponsabilidad de nuestros gobiernos. No sucedió que de un día a otro se levantaran los chilenos y nos dieran con palo. Tampoco fue la primera vez que lo hacían. Sus barcos, sus mejores armamentos y su entrenado ejército no aparecieron de la noche a la mañana. No fue que nuestro salitre, cercano a sus fronteras y codiciado por todo el mundo, fuera un milagroso descubrimiento del mejor enriquecedor de suelos de esa época. No, nada de eso.


Todo fue un proceso de décadas, en las que la ambición personal de nuestros gobernantes y la indolencia de nuestros ciudadanos arruinaron al país (lo que actualmente viene sucediendo) Lo que da cólera es que esas enseñanzas no se hayan divulgado. Lo que nos han enseñado son evasivas, llámense éstas héroes u odio.


La primera invasión chilena fue el año 1837 y la segunda con más éxito en 1838, sólo 50 años antes de la deshonrosa Guerra del Pacífico. La riqueza del guano y el salitre venía siendo explotada desde hacía mucho tiempo. Nuestros militares estaban dedicados a dar golpes de estado, como ha sido ya su costumbre, en vez de preparar a su tropa, adquirir a tiempo material de guerra y espiar las actividades de un vecino agresivo.


En los 20 años previos a la guerra el Perú tuvo 8 períodos presidenciales, promedio de uno cada 30 meses. (Desde 1861 hasta la caída de Lima en 1881, Chile tuvo sólo tres presidentes, más de seis años por gobierno). Con excepción de un civil, Juan Pardo, al que le hicieron treintaisiete revoluciones en los cuatro años de "gobierno", el resto de nuestros presidentes fueron militares.


(¿Fue Churchill quién dijo que la guerra era demasiado importante para dejársela a los militares?). Dos presidentes peruanos fueron asesinados, entre ellos el civil como se puede suponer. Un presidente nuestro se fugó en plena guerra (Mariano Ignacio Prado). En fin, toda una cadena de ineptitud y traición. ¡Y después le echamos la culpa a los chilenos!, o a los cholos, como lo hizo el reverenciado tradicionista Ricardo Palma al día siguiente de la invasión de Lima, llamándolos "raza abyecta y degradante".


¿Para qué sirve recordar a mártires de la guerra sino recordamos a los imbéciles y traidores que la provocaron? Eso se llama en términos modernos: desinformación. En otros tiempos se llamaba patraña o engaño.
Grau, que se sacrificó en el combate marítimo de Angamos, fue un iluso y extremadamente ingenuo, por no decir otra cosa: lo primero que debió haber hecho es negociar una rendición honrosa y regresar a Lima para encarcelar al presidente en vez de proponerle, en su carta del 22 de mayo de 1879, ir con él a comprar armas. Le cito: "puedo perfectamente seguir dando la impresión de estar perdido en el mar y mientras tanto dejar el Pacífico y marchar a Europa con el Presidente... sin que el enemigo lo sospeche".


Bolognesi, que peleó hasta quemar su último cartucho, fue tan engañado como los indios peruanos que creían, y esto está documentado por testigos presenciales, que venían a pelear por un "general Perú" en contra de un "general Chile". El sacrificio de Bolognesi fue inútil, Arica estaba perdida desde hacía mucho tiempo.


Alfonso Ugarte, aunque sea verdad que se tirase al abismo para defender que la bandera cayera en manos enemigas, fue otro engañado. Una bandera es un símbolo, pero trapo a fin de cuentas. La Patria nunca le hubiese pedido que se matase por eso. ¡Cuántas banderas se ven en los museos militares del mundo que han sido símbolos fetichistas de hombres engañados!


Todos los héroes de la Guerra del Pacífico han sido valientes y hemos tenido muchos más, pero la valentía es una cosa y el machismo es otra. Una nación valiente no es aquella que tiene un puñado de suicidas que se inmolan engañados por cobardes dirigentes. Una nación valiente es aquella que tiene ciudadanos que cumplen el deber cívico de hacerla rica y poderosa para que no sea atacada, sino respetada, cuando no temida. Yo les aseguro que si hoy se descubriera una riqueza grandiosa en el Perú, nuestro territorio sería avasallado sin el menor reparo por los chilenos o por cualquier país que tenga la mano larga.


Los chilenos abandonaron el Perú después de ser hostigados implacablemente por guerrilleros de la sierra, principalmente ayacuchanos. Precisamente fue en Ayacucho donde se refugió Piérola a la caída de Lima y de donde salió Cáceres para contraatacar a los chilenos. Hubo también otros valientes centros de resistencia, principalmente en el norte, encabezado por Miguel Iglesias. Al sur, Lizardo Montero dirigía fuerzas importantes. Lo triste es que la desunión reinaba. En un momento existieron tres gobiernos peruanos que no se reconocían los unos a los otros. La miopía fue tan grande que, una vez que se fueron los chilenos, los "señores de la derrota" siguieron peleando entre ellos para apoderarse del gobierno. Rectifico: hicieron que el pueblo siguiera peleando para ellos y no por la Patria.


Sólo para completar el cuadro de esta dolorosa etapa, me veo obligado a decir que la batalla de Tarapacá no la ganamos. Eso es una invención de los militares coludidos con los historiadores. Una batalla se gana cuando pasan una de tres cosas: o el enemigo es aniquilado, o se rinde, o huye y uno se apropia del territorio en disputa. Pues bien, ninguna de esas tres cosas ocurrió en Tarapacá.


Las fuerzas peruanas venían huyendo del enemigo que nos había infligido la catastrófica derrota de San Francisco una semana antes. La ineptitud y cobardía de varios jefes de la alianza peruano-boliviana fue la única causa. Estaban muertas de hambre y sed, sin caballería, sin artillería, sin municiones y con la tropa sin zapatos. El destino era llegar a Arica por Tiliviche, sin embargo se perdieron y tomaron la dirección de Tarapacá. Los chilenos nos dieron alcance y nos trataron de envolver. No esperaban nuestra reacción, peleamos en condiciones desesperadas. Los atacamos, nos apoderamos de parte de su artillería, haciéndoles retroceder. Los peruanos no pudieron avanzar. Los chilenos no estaban derrotados ni mucho menos, se reagruparían y por estar mejor comidos, armados y equipados, nos aniquilarían al día siguiente, por eso se decidió huir esa misma noche, no pudimos retener nada, ni los cañones capturados que los enterramos, ni el árido y escarpado campo de batalla. La extenuada tropa tuvo que caminar 500 kilómetros a través del desierto. Muchos no llegaron. El 27 de Noviembre de 1879 perdimos para siempre la provincia de Tarapacá. Festejar la batalla de Tarapacá es como si Napoleón celebrase su retirada de Rusia. Lo siento mucho, pero es verdad.


REPITO: LÉASE BIEN QUE POR FALTA DE VALOR NO HEMOS PERDIDO NUNCA, NUESTRAS DERROTAS SE HAN DEBIDO A LA FALTA DE HONRADEZ GUBERNAMENTAL Y A LA DOCILIDAD DEL PUEBLO QUE NO LOS ECHÓ A TIEMPO.


Avenidas importantes de Lima llevan el nombre de extranjeros que nos ayudaron a recuperar diplomáticamente Tacna o que evitaron que nos dieran una paliza peor: Wilson, Pershing, Petit Thouars. Cualquier cambio reciente de nombre de estas arterias no invalida lo que he dicho.
Al alterar la historia hemos perdido una magnífica oportunidad de aprender de nuestros errores. Lo que hicimos es insistir en ellos.


El siglo XIX fue rico en militares y pobre en intelectuales. Más que pobre, fue nulo en ideas como es de suponer. Ningún modelo estruendoso salen de los primeros ochenta años de República, más nos hubiera valido adoptar la monarquía nativa propuesta por Bernardo Monteagudo y San Martín y no la república impuesta por Faustino Sánchez Carrión y Bolívar. Quizá hubiéramos tenido más estabilidad y orden para poner paulatinamente las cosas en su sitio y no tirar al pueblo a las fauces de los aventureros militares que nos esquilmaron.


Al final del siglo XIX aparece la primera luz del pensamiento político: Manuel González Prada delató constantemente la corrupción y expuso en su obra el conocimiento de la realidad nacional que le obligaba a rebelarse.
- Levante la mano el que haya leído a González Prada. ¿Nadie?
- No señor, nosotros sólo hemos leído a Ricardo Palma.
- ¡Toma! Ahora no se quejen.


Sin tratar de provocar polémica sobre si éste es mejor que aquel, me atreveré a dar una opinión acerca de algunos hombres que, durante la primera parte de este siglo, han tratado de establecer un pensamiento de peruanidad y esbozar valores que deberíamos preservar y fomentar.


José Carlos Mariátegui, comunista. No se asusten, en todos los partidos ha habido gente buena. Si Mariátegui hubiera sabido lo que causó el stalinismo hubiera sido el primero en condenarlo. Su nobleza de corazón y su incisiva inteligencia coincidieron en la búsqueda de una utopía como la comunista. Lo importante de él fue su amor al Perú, su análisis demoledor de la realidad peruana y el valor que tuvo para defender sus ideas.


- Que se callen los reaccionarios y los miopes.
Si estudiáramos un poco más a Mariátegui en las escuelas nos daríamos cuenta que un pensamiento político no parte de consignas militares ni estribillos demagógicos sino del estudio de la realidad nacional y de las opciones estratégicas para el desarrollo.
La época de Mariátegui fue compartida por otros pensadores que le sobrevivieron entre ellos Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA que pudo haber sido una solución para el país, lamentablemente sus sucesores demostraron una incapacidad total y prostituyeron el movimiento revolucionario mediante componendas y pactos hasta con sus más acérrimos enemigos, las Fuerzas Armadas.


Luis Valcárcel, Raúl Porras Barrenechea y Jorge Basadre también pertenecen a la generación de J. C. Mariátegui.
En lugar de erigir monumentos a dudosos héroes militares debíamos haber levantado nuestro espíritu progresista conmemorando virtudes ciudadanas que podrían haber iluminado nuestro trabajo cotidiano. Lo que los peruanos podemos hacer en nuestro puesto de trabajo o en el hogar, diariamente.

1 comentario:

JULIO PONCE dijo...

mi tio tatarabuelo francisco castellanos olivera peleo en la batalla de tarapaca fue soldado de la segunda compañia del batallon lima numero ocho fue soldado de infanteria, su expediente se encuentra en el archivo historico militar en el segundo piso al frente del museo de arte de lima.

francisco castellanos fallecio el 08 de octubre de 1944 fue enterrado en el cementerio presbitero maestro pero ignoro en que pabellon y nicho le abran puesto.

su padre manuel castellanos fallecio el 24 de abril de 1885 fue enterrado en el cementerio presbitero maestro pero ignoro en que pabellon y nicho le abran puesto.,tambien ignoro su apellido materno.

si alguien sabe algo por favor me pueden escribir a mi email: numida2008@hotmail.com

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